19 de diciembre de 2001: el estallido social que cambió la historia argentina
- Simon Telechea
- hace 18 minutos
- 2 Min. de lectura

El 19 de diciembre de 2001, la Argentina ingresó en una de las crisis políticas, sociales y económicas más profundas de su historia reciente. Tras el anuncio del estado de sitio por parte del entonces presidente Fernando de la Rúa, miles de personas salieron espontáneamente a las calles en distintos puntos del país, dando inicio a una protesta masiva que se expresó, principalmente, a través de los cacerolazos.

Una crisis sin precedentes
El contexto era crítico: recesión prolongada, desempleo elevado, pobreza creciente y un fuerte malestar social agravado por el “corralito” financiero, que restringía el retiro de dinero de los bancos. La medida afectó a amplios sectores de la clase media y generó una reacción inmediata.
Durante la noche del 19, vecinos y vecinas de barrios de Buenos Aires y otras ciudades comenzaron a manifestarse sin banderas partidarias, al grito de “¡Que se vayan todos!”, símbolo del rechazo generalizado a la dirigencia política.
Al día siguiente, las protestas se concentraron en la histórica Plaza de Mayo, donde confluyeron organizaciones sociales, trabajadores desocupados y ciudadanos autoconvocados. La respuesta del Estado fue una represión policial que dejó un saldo trágico: 39 personas fallecidas en todo el país, cientos de heridos y detenidos.
Las imágenes de gases lacrimógenos, corridas y violencia institucional recorrieron el mundo y marcaron un quiebre definitivo para el gobierno nacional.

La renuncia presidencial
En la tarde del 20 de diciembre, Fernando de la Rúa presentó su renuncia y abandonó la Casa Rosada en helicóptero, una postal que quedó grabada en la memoria colectiva. En los días siguientes, el país atravesó una fuerte inestabilidad política, con varios presidentes interinos en menos de dos semanas.

Un antes y un después
Las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 se consolidaron como un hito histórico. No solo significaron la caída de un gobierno, sino también el surgimiento de nuevas formas de participación social, asambleas barriales y un replanteo profundo del vínculo entre la sociedad y la política.
A más de dos décadas, aquellas protestas siguen siendo recordadas como el grito de un pueblo que dijo basta frente a la exclusión, la desigualdad y la falta de respuestas.











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