El Pelado, el Peluca y el pasillo de los antisistema
- Simon Telechea
- hace 24 horas
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Ayer, el Pincha, conducido por el sancionado Juan Sebastián Verón, se consagró campeón en Santiago del Estero, territorio de Toviggino, un dirigente menor que, por manejar la tesorería de la AFA, se creyó más importante que el fútbol.
El trofeo fue entregado por el presidente de la AFA, Claudio Tapia, quien se creyó dueño de la Copa del Mundo ganada hace tres años en Qatar.
Los que festejaron fueron los que hicieron el pasillo de espaldas y la barra del “Inglés”, quien estuvo en las tribunas debido a una sanción de seis meses impuesta por la AFA.
Hubo otro festejo, en Olivos, donde un Javier Milei cansado por los recientes viajes gritó el penal fallado por Pardo y rápidamente tuiteó a favor de Estudiantes.
En la Argentina, desafiar al poder establecido suele tener costos altos. Sin embargo, hay momentos en los que figuras surgidas por fuera —o en abierta confrontación— del sistema logran imponerse y reescribir las reglas del juego. Javier Milei y Juan Sebastián Verón recorrieron caminos distintos, pero con sorprendentes similitudes: uno en el plano político, el otro en el deportivo, ambos enfrentados a estructuras históricas y consolidadas.
Milei irrumpió en la escena política como un outsider. Sin el respaldo de los grandes partidos tradicionales y enfrentando a buena parte de la dirigencia política, mediática y sindical, construyó un discurso frontal contra lo que denominó “la casta”. Con un estilo disruptivo y una narrativa de confrontación directa, logró canalizar el hartazgo social y alcanzar la presidencia, venciendo a un sistema que durante décadas se reprodujo a sí mismo.
Juan Sebastián Verón vivió algo similar en el fútbol. Ya como dirigente y referente absoluto de Estudiantes de La Plata, se plantó frente a la Asociación del Fútbol Argentino y gran parte de su dirigencia. Con decisiones que incomodaron al poder del fútbol local, Verón quedó aislado en más de una oportunidad. Sin embargo, lejos de retroceder, sostuvo su convicción y apostó a un modelo propio. El resultado fue contundente: Estudiantes volvió a consagrarse campeón, demostrando que era posible competir y ganar aun sin alinearse con los intereses dominantes de la AFA.
En ambos casos, el punto en común fue la confrontación con estructuras rígidas, acostumbradas a imponer reglas y castigar a quienes se salen del libreto. Evidentemente, es la era de los antisistema.










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